LUNES
Esta nueva criatura de pelo largo anda siempre en mi camino. Siempre está rondándome y siguiéndome por todas partes. Eso no me gusta; no estoy acostumbrado a la compañía. Ojalá se quedara con los otros animales… Hoy está nublado, viento del Este; creo que tendremos lluvia… ¿Tendremos? ¿De dónde saqué esta palabra? Ahora recuerdo – la nueva criatura la usa-.
(...)
SABADO
La nueva criatura come demasiada fruta. Probablemente se nos va a acabar. “Nos” otra vez -esa es su palabra; mía también ahora, de tanto escucharla-. Mucha niebla esta mañana. Yo no salgo cuando hay niebla. La nueva criatura, sí. Sale con cualquier clima y después entra pisoteando con sus pies embarrados. Y habla. Solía ser tan tranquilo y placentero este lugar.
(Fragmento de Diario de Adán y Eva de Mark Twain)
La importancia de las palabras. Es curioso como en muchas ocasiones tras un periodo de convivencia más o menos largo, hacemos nuestras palabras y frases recurrentes que son inicialmente de otros.
Ahora que, personalmente, solo me ocurre con gente con la que tengo bastante afinidad y cuando llego a ese punto en el que tomo prestadas palabras que nunca antes había usado es un síntoma de que el nivel de confianza entre esa persona y yo es más que aceptable.
También se da el caso de el uso colectivo de ciertas palabras o coletillas, creando una especie de dialecto único que pocos entienden, pero eso, aunque también incrementa el grado de confianza parece más forzado. Increíble.
Una pregunta, Inner. Algunas veces he oído citar esta obra de Twain, pero nunca la he leído. ¿Merece la pena? ¿Es algo así como una obra de humor, satírica o qué? Es porque si alguien me habla de ella, igual me decido a conocerla. Ya me dirás.
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