La tierra se queja, centrando toda su furia en un único punto.
Es imposible no sentirse consternado al ver las imágenes que nos llegan por televisión, periódicos y demás de lo que acaba de ocurrir en Japón.
Impotencia, rabia, empatía, congoja e incluso egoísmo por todas las quejas que uno pueda tener.
Y a pesar de todo lo ocurrido me temo que poco o nada cambiaremos para poner nuestro granito de arena intentando acallar los desastrosos gritos de Gaia. Estamos predestinados a la autodestrucción, está claro.
(Foto: Parque de Nara)
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