martes, 19 de abril de 2011

monstruos

Te achicas. Poco a poco te vas haciendo cada vez más pequeño. Te observas desde fuera, rasgo a rasgo, y te ves palidecer. La incesable sudoración de tus manos delata tu miedo. Intentas alejar esa visión de tu mente pero es imposible, eres incapaz. Cada vez más y más minúsculo. Las paredes se alejan por segundos... pero espera, no, no es cierto, eres tú quien se aleja hundiéndose cada vez más en una masa viscosa que emerge del suelo. Gritas, pero no escuchas tu voz, se queda atrapada en tu garganta. Impotencia. Cierras los ojos para no observarte un segundo más, pero tus párpados están fijos, no te obedecen. Tratas de moverte, de gritar, de cerrar los ojos con todas tus fuerzas. Miras un punto fijo para evitar pensar en todo lo demás, pero el agobio no te permite pensar con claridad, o mejor dicho, no te permite dejar de pensar caóticamente. Estás mareado. Tienes la sensación de que desfallecerás en cualquier segundo. De pronto, despiertas.

1 comentario:

  1. Parece onírico, pero no, no lo es. Yo le he vivido con ojos de par en par y sudor frío.

    ResponderEliminar